sábado, 3 de noviembre de 2018

MONOLOGO: IRONÍAS FRENTE AL ESPEJO

Me despierto bien temprano con los primeros rayos del sol, con el cantar de los gallos o el ronquido ahogado y fétido del pedazo de hombre que me tocó de marido. Me levanto rápido antes que se le ocurra echarme un polvo de gallo, seco, sin caricias, sin pedir permiso. Ya ni le importa si le digo que me duele la cabeza, pero que importa si al final me deja el diario de miseria sobre la mesa, miseria de recompensa por mi sacrificio. Abro las puertas y sin pensarlo doy una patada al perro que una vez más se cagó justo en la entrada del patio, debería en regalarlo o llevarlo al monte y dejarlo botado en algún moridero… Maldita sea mi vida, cada día la misma vaina, lo único que cambia es el orden de las cosas.

Anoche sentí un escándalo en la casa vecina, otra vez el vecino levantó a puño y pata a su muje. Da pesar con los niños, pero bien bueno que está, ella se las pica de mosca muerta, pero la he visto meter machos en la casa mientras su marido trabaja y mientras yo me muero de envidia y de soledad.
¿Y ahora con que iré a fritar estos plátanos? La tienda cerrada, el cachaco estará enguayabao, o que le habrá´ pasado a ese mamon. Será mandar a uno de los pelaos donde la bruja de mi suegra, aunque me haga el favor de mala gana y se ponga a habla mierda después.

¡Cállense carajo! Estos pelaos de miércoles no saben sino gritar, bastante tengo con los gritos de mi hambre en el estómago, sigan y les doy unos buenos pencazos… maldita sea mi vida, ¿Qué habré hecho para merecerme esta suerte, llegara el día de largarme y no volver más.

Lo que me faltaba, ya prendió su equipo mi inquilino, como si uno tuviera que aguantarle el festejo de sus días, odio su alegría, se ve que no conoce el hambre ni el estío de los días. Me insulta su vejez pintada de juventud, me rebota su perfume, su pinta de polluelo, su sonrisa amarillenta y su bigote puntillú.  Será terminar temprano mis oficios, tengo lista ya mi faja y mi camiseta, me falta terminar la pancarta en apoyo al proceso de paz y llegar a tiempo al plantón.

Toca ir bien emperifollada, porque en ese grupo hay más de una chismosa y por si me mira algún buenon. Me llevo las maracas del niño,  para el danzón, a ver si la gente despabila y toma conciencia que la paz con la guerrilla es el cambio… que emoción. Saber al final del camino que hay paz porque lo luchamos desde la plaza, desde las esquinas, desde el salón. que quede claro que esta paz también la construí yo de plantón en plantón ¡Que lastima no sentir paz en mi corazón.!



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