viernes, 28 de junio de 2019

SOY SEMILLA

Me he dado cuenta que de manera inconsciente he ido organizando mi vida en línea recta hacia mis propios miedos. En momentos al azar me descubro tomando nota sobre mis cosas, mis memorias, mis deseos, mi propio funeral... Malditas ambiciones silenciando voces, a cada verdad vamos cavando nuestras propias tumbas, pero la palabra secuestrada es también una forma de muerte. Entonces no vale la represión contra palabras ni pensamientos cobardemente castigados. Tres años atrás el mayor de mis temores era morir antes que mi madre, pensaba que ella no lo soportaría. Pero en el giro de mi vida empecé a  temer al dolor, el horror de la tortura es ese sueño del que despierto con lágrimas en medio de la nada. Irónicamente en la soledad de mis caminos los miedos cesan para darle paso a la emocion de recorrer lo desconocido, tocando vidas con un mensaje de derechos pero también de exigibilidad. Porque un día entendí que éramos demasiadas  construyendo país desde los auditorios y plazas, que mi llamado era entrar a la Colombia profunda de los territorios olvidados y aferrarme hasta con los dientes al sueño de una paz quimera. Aún así vivo cada día con intensidad, deslumbrada por los paisajes y la sonrisa maravillosa de la gente invisible de la otra Colombia. Pero al mismo tiempo, en los paradas obligadas entre tanta miseria, miedo y dolor, he ido resignificando la idea de morir con dignidad... He pedido al cielo que llegado mi momento final encuentre el valor para mirar la muerte a los ojos, sin temor, sin que me tiemblen las piernas, sin llorar, sin suplicar por mi derecho a vivir... a ser voz... y ser semilla.

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