viernes, 28 de junio de 2019

HISTORIAS Y SILENCIOS

Ayer sin conocernos, juntas, aferradas de las manos y del alma las unas de las otras, sollozabamos silenciosamente.  Sentimientos encontrados para las víctimas de violencia sexual, escuchar a las otras relatar sus historias... Nuestra historia. Sentir el acompañamiento sororo en la tragedia es la hermandad en el dolor, la comprensión de lo que padecieron,   padecen y padecimos en carne viva. Más allá de los procesos de superación del trauma, no todo lo cura el tiempo y las estrategias para el olvido. Escucharlas es escucharnos, las historias son  el detonante de un  dolor que subsiste y subsistirà, frío, perenne, de rabia, de asco, de miedo e indignación... Cómo esas cicatrices sencibles que al más mínimo roce estremecen y nos dejan sin fuerzas para respirar..  Imposible sanar si seguimos sumando historias y silencios, en un mundo perfecto nunca más tu cuerpo o el mío serían botines de guerra... Pero esta es Colombia y la horrible noche no sesa.

COMPLICE PERFECTO

MI CÓMPLICE PERFECTO: Primer borrador

Mi cómplice perfecto un milagro inesperado en el umbral de mi alma que confunde, una sonrisa, una palabra, una huella invisible que con la mía se funde.

Mi cómplice perfecto un beso prohibido, un aliento de vida no pedido, un suspiro en mi pecho engrandecido... un sueño mojado colgado desde mi tejado, ¿Quien eres, que tienes, que ilusiones, de que lunas tu has bajado?

Mi cómplice perfecto una risa loca, un mate dulce, una foto un pechiche, la fuerza de un audio que me ansía y me seduce.

Mi cómplice perfecto que ola te ha traído, de que mares vienes vencido? No hace falta tener miedo, yo también  había dado todo por perdido...

Mi cómplice perfecto tu herida prolongada en la mía, el sueño de amor de una estrella fugaz que a su paso dejo una estela de alegría

SOY SEMILLA

Me he dado cuenta que de manera inconsciente he ido organizando mi vida en línea recta hacia mis propios miedos. En momentos al azar me descubro tomando nota sobre mis cosas, mis memorias, mis deseos, mi propio funeral... Malditas ambiciones silenciando voces, a cada verdad vamos cavando nuestras propias tumbas, pero la palabra secuestrada es también una forma de muerte. Entonces no vale la represión contra palabras ni pensamientos cobardemente castigados. Tres años atrás el mayor de mis temores era morir antes que mi madre, pensaba que ella no lo soportaría. Pero en el giro de mi vida empecé a  temer al dolor, el horror de la tortura es ese sueño del que despierto con lágrimas en medio de la nada. Irónicamente en la soledad de mis caminos los miedos cesan para darle paso a la emocion de recorrer lo desconocido, tocando vidas con un mensaje de derechos pero también de exigibilidad. Porque un día entendí que éramos demasiadas  construyendo país desde los auditorios y plazas, que mi llamado era entrar a la Colombia profunda de los territorios olvidados y aferrarme hasta con los dientes al sueño de una paz quimera. Aún así vivo cada día con intensidad, deslumbrada por los paisajes y la sonrisa maravillosa de la gente invisible de la otra Colombia. Pero al mismo tiempo, en los paradas obligadas entre tanta miseria, miedo y dolor, he ido resignificando la idea de morir con dignidad... He pedido al cielo que llegado mi momento final encuentre el valor para mirar la muerte a los ojos, sin temor, sin que me tiemblen las piernas, sin llorar, sin suplicar por mi derecho a vivir... a ser voz... y ser semilla.

APRENDIMOS

Y cuando creíamos que todo estaba perdido, aprendimos a soñar entre disparos,  a celebrar el amanecer a pesar de noches oscuras y de momentos amargos.
Aprendimos a volver sobre nuestros pasos sorteando minas quiebra-patas, y a retar el destino abriendo caminos porque nada podrá mutilarnos el alma.
Y aprendimos a desdibujar la muerte,  el llanto y la melancolía, al  sembrar flores sobre las  tumba abonando el futuro para otras vidas. Y aprendimos entre tambores y gaitas a conjurar la alegría, para que  la música y la danza impongan  ritmo a nuestros días.
Y aprendimos  que a pesar del horror no se niega una sonrisa, y que no hay penas  que sucumban ante el poder de una caricia.
Y aprendimos a borrar las lágrimas con las  gotas de lluvia, y a tejer nuestra historia bajo un hechizo de luna.
Y aprendimos a abrazar  cada día la ilusión y la esperanza, y encender   la vida en el calor de un fogón,  tinto y hallacas.
Y aprendimos a hacerle resistencia al odio y a la amargura, al revolotear de las garzas en la majestuosidad de nuestras  llanuras